¡Vamos a votar!
El Diccionario de la Real Academia Española define "elección" (como verbo) como la "acción y efecto de elegir". El mismo diccionario también indica que es la "libertad para obrar".
Decimos que ir a votar es un derecho y un deber. Generalmente anteponemos el "derecho" por encima del deber, porque nos gusta más verlo como una opción: puedo ir a votar o no.
Si bien nadie nos obliga ni nos castiga por no ir a votar (al menos no con penas de cárcel o multas) la democracia tiene el voto como mecanismo de funcionamiento "a prueba de fallas", incluso de la "falla de los votantes" que aunque decidan no ir a votar, tiene como premisa que elegir a "alguien" es una mejor opción que la anarquía, por lo que si hipotéticamente fuera sólo un votante éste elegiría.
Esto quiere decir que a la democracia "no le importa mi voto" si yo decido no votar. Por el contrario, toma muy en cuenta mi voto si acudo a las urnas.
En las papeletas hay una serie de opciones alternativas, entre las cuales "no votar" no se encuentra.
Acto racional. Votar es un acto racional pues difícilmente se puede pensar que "otros" conozcan mejor mis propios gustos y preferencias.
Si yo no escojo "otros" lo harán por mi y en ese caso, más que en ningún otro, existe menos derecho de quejarse.
Además, las elecciones se financian con los impuestos que todos pagamos y al día de las elecciones ya se han destinado una serie de recursos para garantizar que cada elector pueda sufragar. No acudir a votar es tirar ese dinero a la basura igual que el despilfarro y desperdicio de recursos públicos que tanto criticamos a quienes ocupan cargos en el gobierno.
A votar. Este domingo 7 de febrero vamos todos a votar por Costa Rica. Motive a sus vecinos y familiares. No escoja "lo que sea" no yendo a votar. Y si su disgusto es porque ninguna de las opciones le satisface piense proactivamente qué puede proponer para que la próxima vez lleguen candidatos más idóneos o dedíquese a seguir eligiendo al "menos malo".